Sacarnos más provecho
Dom Jun 03 2018, 21:54
Desde hace una semana que ando de nuevo por el foro y esta vez me he dedicado como nunca a devorar hilos antiguos. Me ha sorprendido mucho lo que me he encontrado, sobre todo al bucear en los primeros mensajes de muchos usuarios y en aquellos en los que hablan más sobre sí mismos y su vida.
Si algo parece bastante común por aquí es lo mucho que nos perdemos y lo que nos cuesta aprovechar nuestra inteligencia para hacer eso que parece que la mayoría quiere: cambiar el mundo, hacer grandes cosas y aportaciones.
Nuestra herramienta para ello, nuestra mente, que aparentemente parece estupenda para llevar a cabo tales aspiraciones, resulta que es también nuestro mayor lastre
En el proceso mediante el cual nos vamos formando como personas, parece ser que los hechos que ocurren en nuestra vida son mucho más significativos para nuestra mente que todo aquello que podamos llegar a intuir o razonar, así si el conjunto de los hechos vividos hasta un determinado momento apuntan una idea en un sentido y nuestro raciocinio apunta en el contrario, pese a que sigamos razonando que lo correcto es lo segundo, seguimos sintiendo y la mayoría de las veces actuando conforme al primer sentido. Este hecho nos suele hacer sentirnos bastante mal, y si nos ponemos a pensar en por qué, nuestra respuesta debería emerger de la anterior explicación, es decir, que hay un conjunto de hechos anteriores que apuntan a la idea de que lo que nos sucede es algo malo.
Y hasta ahí quería yo llegar, a compartir la idea de que todo lo que nos frena es el conjunto de todas las desafortunadas ideas que se desprenden de lo que hemos vivido, por muy inteligentes que seamos para darnos cuenta de cuáles deberían ser las ideas correctas que deberíamos albergar.
Lo que podemos hacer es aprovechar nuestra inteligencia y sensibilidad para solucionar este problema, así una vez conocido cómo funciona nuestra mente, podemos diseñar una estrategia para llevarla a dónde y cómo queremos que esté. Tenemos que buscar la manera de vivir hechos que apunten a las ideas que queremos albergar, tenemos que ir diseñando y modificando el día a día para que deje de transmitirnos aquello que no nos parece bien, o, al menos, que lo que nos parece bien tenga más fuerza y acabe por poder imponerse.
Hay muchas ideas tóxicas en nuestro interior que solemos compartir la mayoría de nosotros ya que esta sociedad nos las transmite desde pequeños. Conceptos sobre la importancia del ser humano y sus características y sobre la realidad que en verdad no van muy en consonancia con lo que somos naturalmente nosotros y la vida. Ya mencioné en otro hilo al psicólogo Pedro Jara Vera cuando habla en su libro “Adicción al pensamiento” sobre la conceptopatología.
Sin duda las peores son aquellas que alimentan y potencian nuestro ego y que nos alejan de la conexión con la realidad creando una paralela, un mundo o universo a parte hecho exclusivamente de nosotros y en el que por lo tanto vamos a perder todo lo que realmente somos incluidas todas las virtudes que emergen de nuestra naturaleza, una interconectada y rica, justo lo contrario a nuestro ego.
En un mundo en el que nos sentimos más cerca de todo, todo se vuelve mucho más fácil. Aprovechamos mejor las fuerzas que resultan de la unión y, al compartir todo las mismas propiedades, se acaban las luchas de poder y los intereses confluyen y se alinean siendo uno solo.
Si algo parece bastante común por aquí es lo mucho que nos perdemos y lo que nos cuesta aprovechar nuestra inteligencia para hacer eso que parece que la mayoría quiere: cambiar el mundo, hacer grandes cosas y aportaciones.
Nuestra herramienta para ello, nuestra mente, que aparentemente parece estupenda para llevar a cabo tales aspiraciones, resulta que es también nuestro mayor lastre

En el proceso mediante el cual nos vamos formando como personas, parece ser que los hechos que ocurren en nuestra vida son mucho más significativos para nuestra mente que todo aquello que podamos llegar a intuir o razonar, así si el conjunto de los hechos vividos hasta un determinado momento apuntan una idea en un sentido y nuestro raciocinio apunta en el contrario, pese a que sigamos razonando que lo correcto es lo segundo, seguimos sintiendo y la mayoría de las veces actuando conforme al primer sentido. Este hecho nos suele hacer sentirnos bastante mal, y si nos ponemos a pensar en por qué, nuestra respuesta debería emerger de la anterior explicación, es decir, que hay un conjunto de hechos anteriores que apuntan a la idea de que lo que nos sucede es algo malo.
Y hasta ahí quería yo llegar, a compartir la idea de que todo lo que nos frena es el conjunto de todas las desafortunadas ideas que se desprenden de lo que hemos vivido, por muy inteligentes que seamos para darnos cuenta de cuáles deberían ser las ideas correctas que deberíamos albergar.
Lo que podemos hacer es aprovechar nuestra inteligencia y sensibilidad para solucionar este problema, así una vez conocido cómo funciona nuestra mente, podemos diseñar una estrategia para llevarla a dónde y cómo queremos que esté. Tenemos que buscar la manera de vivir hechos que apunten a las ideas que queremos albergar, tenemos que ir diseñando y modificando el día a día para que deje de transmitirnos aquello que no nos parece bien, o, al menos, que lo que nos parece bien tenga más fuerza y acabe por poder imponerse.
Hay muchas ideas tóxicas en nuestro interior que solemos compartir la mayoría de nosotros ya que esta sociedad nos las transmite desde pequeños. Conceptos sobre la importancia del ser humano y sus características y sobre la realidad que en verdad no van muy en consonancia con lo que somos naturalmente nosotros y la vida. Ya mencioné en otro hilo al psicólogo Pedro Jara Vera cuando habla en su libro “Adicción al pensamiento” sobre la conceptopatología.
Sin duda las peores son aquellas que alimentan y potencian nuestro ego y que nos alejan de la conexión con la realidad creando una paralela, un mundo o universo a parte hecho exclusivamente de nosotros y en el que por lo tanto vamos a perder todo lo que realmente somos incluidas todas las virtudes que emergen de nuestra naturaleza, una interconectada y rica, justo lo contrario a nuestro ego.
En un mundo en el que nos sentimos más cerca de todo, todo se vuelve mucho más fácil. Aprovechamos mejor las fuerzas que resultan de la unión y, al compartir todo las mismas propiedades, se acaban las luchas de poder y los intereses confluyen y se alinean siendo uno solo.
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